El miércoles por la tarde estábamos Socio y yo jugando en el monte, en una de las pelotas a las que fue con demasiada fuerza se dejó una uña en una piedra, el muy burro sangraba bastante y seguía larando para que le tirara otra vez su juguete. Lo llevé al veterinario por si la lesión era más grave de lo que parecía pero éste me dijo que no, lo curó, le echó un spray cicatrizante y a seguir corriendo me dijo.
Al día siguiente Socio ni apoyaba la pata, la llevaba totalmente encogida, sólo después de 20 minutos andando empezaba a apoyarla pero muy suavemente, con una cojera ostentosa. Yo, con el egoismo propio de los humanos pensaba en el campeonato que teníamos el domingo, me molestaba no poder participar pero aún faltaban tres días.
El viernes y el sábado cojeaba y a veces ni apoyaba la pata, el veterinario le puso unos antibióticos para evitar problemas pero no se recuperaba. Y llegó el domingo, lo llevé un buen rato a pasear antes de acercarnos al concurso y seguía cojeando, dudé en acercarme a las pistas pero al final pensé que lo íbamos a intentar. Al llegar le dije al juez de la prueba lo que le pasaba a mi perro, le comenté que no era grave y que si cojeaba o se quejaba que yo mismo le retiraría.
Así que nos tocó salir, como siempre le hablé al oído:"tranquilo, vamos a hacer hasta donde podamos", toca el silbato y allí que vamos, y vamos, y vamos.... primera manga, perfecta, sin errores, nos colocamos los terceros, un poco lenta, pero terceros. Bueno, muy bien Socio, eres muy valiente, muy competitivo, vamos a descansar hasta la siguiente.
Llega la segunda manga, salimos, tranquilos, no tenemos que demostrar nada, eres bueno Socio y vamos hasta donde podamos. Salimos, en un cambio de ritmo me despisto pero logro controlar y él rectifica perfectamente y terminamos, hemos ido a más de 4 metros por segundo que era el mínimo exigido para entrar sin faltas y al final de la jornada hemos terminado los segundos entre 27 perros.
Socio ni siquiera sabía lo que acababa de hacer, me esperaba sentado a la sombra debajo de una palmera, yo estaba muy orgulloso y él con cara de "por favor déjame descansar", cuando fuimos a recoger la copa, cojeaba.
